Trabajo Remoto

Nómadas digitales: cómo trabajar y viajar por el mundo

Nómadas digitales: cómo trabajar y viajar por el mundo

Nómadas digitales: cómo trabajar y viajar por el mundo

A diferencia de sus padres, las generaciones de los millennials y de los centennials se muestran mucho más decididas a equilibrar su vida laboral con momentos de distensión.

A diferencia de sus padres, las generaciones de los millennials y de los centennials se muestran mucho más decididas a equilibrar su vida laboral con momentos de distensión.

Aug 30, 2022

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Tiempo de lectura: 4 minutos

El famoso “sueño americano” que abrazaron generaciones anteriores, que incluía un trabajo estable por años en una misma compañía, ya no aparece dentro del menú de prioridades de los más jóvenes. Al tope de las preferencias de estos últimos, en cambio, está la aspiración de viajar. 

Si algo positivo puede rescatarse de la pandemia de coronavirus es que aceleró, como nunca antes, la digitalización de procesos. De un día para otro, empresas de todo el mundo, de todos los sectores, se vieron forzadas a adaptarse al trabajo remoto.

Se dice que la forma de trabajo remoto nació en Estados Unidos hacia la década de 1970, como respuesta a la crisis del petróleo que hizo más costoso y difícil el traslado de los trabajadores a su lugar de trabajo. Desde entonces, el teletrabajo o home office fue ganando terreno sin prisa pero sin pausa.

Sobre el trabajo remoto

La revista Forbes publicó en 2016 los resultados de un informe que reflejaba que el trabajo remoto incrementa en un 28% la productividad de las compañías. Aun así, solo un puñado de empresas implementó el home office como beneficio para sus empleados en esa época.

Fue recién con la llegada del Covid-19 a nuestras vidas, en 2020, que la modalidad de trabajo remoto se extendió al grueso de los sectores.

A casi dos años de la irrupción de esta “nueva normalidad”, un estudio elaborado por la consultora Adecco, publicado en noviembre de 2021, mostró que un 57% de las personas encuestadas sigue considerando la modalidad de home office como un beneficio y sólo el 32% lo considera una desventaja. Además, un 63% asegura gastar mucho menos dinero que cuando concurría a su lugar de trabajo.

El estudio, del que participaron unos 8000 trabajadores y empleadores, expuso también que 8 de cada 10 directivos de grandes empresas considera que la flexibilidad va a ser un beneficio para sus compañías. Entre los empleados, un 88% prefiere realizar su trabajo de manera mixta, un 7% quisiera volver a la presencialidad total y el 5% restante elige trabajar de manera 100% remoto.

Qué son los nómadas digitales

Si bien aún queda un porcentaje de personas reacias al cambio, el home office pasó a estar “arriba de la mesa” a la hora de negociar un contrato o de aceptar una propuesta laboral para las generaciones más jóvenes.

Esto representa una gran oportunidad para los nómadas digitales. Aquellos profesionales que se valen de las nuevas tecnologías para trabajar llevando una vida nómada.

Viajar de un sitio a otro y mantener un mismo trabajo es una alternativa más accesible que hace unos años. Pero hacerlo requiere de cierta organización.

Quienes se embarquen en ello deberán resolver escollos de diversa índole. Por ejemplo, los límites de trabajar en distintos husos horarios respecto del sitio en el que está el jefe. Pero también cuestiones impositivas o de cash management.

Una de las primeras dudas que surge es cómo y dónde tributan los nómadas digitales. En términos generales, existen dos tipos de impuestos que deberá afrontar. El impuesto cuando gasta, como puede ser el IVA, y el tributo a la ganancia que obtiene por su trabajo.

En el primer caso, la situación es más simple. Los nómadas digitales pagarán el IVA del país en el que está en cada momento cada vez que realicen una compra. Pero en el segundo caso, para determinar en qué país deben tributar por la ganancia que obtengan por su trabajo, debe definirse primero cuál es su residencia fiscal.

Pero la residencia fiscal no es la única variable a tener en cuenta. También puede influir si la empresa para la que trabaja se encuentra en otro país. ¿Cuál prevalece? Depende de varios factores ya que no hay una suerte de regla universal para estos casos. En cambio, hay diversos convenios bilaterales entre países y por diferentes tributos.

La regla de los 183 días y la doble tributación

Después de pasar 183 días de un año fiscal en un país, puede reclamar la residencia fiscal de la persona. ¿Por qué 183? Es justo un día más que el 50% del año. En muchos países se considera que si se pasa medio año ahí, corresponde que la persona tribute ahí.

Otros países reclamarán que una persona es residente fiscal en caso de que haya declarado su principal residencia en allí. Incluso si la persona puede demostrar que estuvo físicamente fuera de ese país durante todo el año fiscal.

Otro de los temas que deberá vigilar el nómade digital son los tratados de doble imposición. Consiste en acuerdos bilaterales entre países a fin de evitar que una persona pague un mismo tributo dos veces.

Si entre dos países no se firmó este tratado, la persona podría tener que pagar impuestos a ambos.

Cash management

Otro de las grandes incertidumbres que surgen al trabajar viajando por el mundo, es cómo y dónde recibir los pagos.

Cada vez más nómadas digitales se vuelcan a abrir cuentas con plataformas de pagos en línea como PayPal o Payoneer. Estas plataformas permiten realizar o recibir transferencias de dinero entre usuarios. Sin embargo, muchas veces presentan comisiones muy altas.

Otro camino popular es abrir una cuenta en una billetera virtual (wallet) o en un exchange para operar criptomonedas.

Ping, es una gran alternativa para los nómades digitales, ya que soluciona en una sola plataforma todo lo relacionado a la facturación y recepción de pagos de los trabajadores remotos.

Una vez resueltos estos temas, al nómada digital solo le quedará elegir desde qué sitio paradisíaco trabajará los próximos meses.

El famoso “sueño americano” que abrazaron generaciones anteriores, que incluía un trabajo estable por años en una misma compañía, ya no aparece dentro del menú de prioridades de los más jóvenes. Al tope de las preferencias de estos últimos, en cambio, está la aspiración de viajar. 

Si algo positivo puede rescatarse de la pandemia de coronavirus es que aceleró, como nunca antes, la digitalización de procesos. De un día para otro, empresas de todo el mundo, de todos los sectores, se vieron forzadas a adaptarse al trabajo remoto.

Se dice que la forma de trabajo remoto nació en Estados Unidos hacia la década de 1970, como respuesta a la crisis del petróleo que hizo más costoso y difícil el traslado de los trabajadores a su lugar de trabajo. Desde entonces, el teletrabajo o home office fue ganando terreno sin prisa pero sin pausa.

Sobre el trabajo remoto

La revista Forbes publicó en 2016 los resultados de un informe que reflejaba que el trabajo remoto incrementa en un 28% la productividad de las compañías. Aun así, solo un puñado de empresas implementó el home office como beneficio para sus empleados en esa época.

Fue recién con la llegada del Covid-19 a nuestras vidas, en 2020, que la modalidad de trabajo remoto se extendió al grueso de los sectores.

A casi dos años de la irrupción de esta “nueva normalidad”, un estudio elaborado por la consultora Adecco, publicado en noviembre de 2021, mostró que un 57% de las personas encuestadas sigue considerando la modalidad de home office como un beneficio y sólo el 32% lo considera una desventaja. Además, un 63% asegura gastar mucho menos dinero que cuando concurría a su lugar de trabajo.

El estudio, del que participaron unos 8000 trabajadores y empleadores, expuso también que 8 de cada 10 directivos de grandes empresas considera que la flexibilidad va a ser un beneficio para sus compañías. Entre los empleados, un 88% prefiere realizar su trabajo de manera mixta, un 7% quisiera volver a la presencialidad total y el 5% restante elige trabajar de manera 100% remoto.

Qué son los nómadas digitales

Si bien aún queda un porcentaje de personas reacias al cambio, el home office pasó a estar “arriba de la mesa” a la hora de negociar un contrato o de aceptar una propuesta laboral para las generaciones más jóvenes.

Esto representa una gran oportunidad para los nómadas digitales. Aquellos profesionales que se valen de las nuevas tecnologías para trabajar llevando una vida nómada.

Viajar de un sitio a otro y mantener un mismo trabajo es una alternativa más accesible que hace unos años. Pero hacerlo requiere de cierta organización.

Quienes se embarquen en ello deberán resolver escollos de diversa índole. Por ejemplo, los límites de trabajar en distintos husos horarios respecto del sitio en el que está el jefe. Pero también cuestiones impositivas o de cash management.

Una de las primeras dudas que surge es cómo y dónde tributan los nómadas digitales. En términos generales, existen dos tipos de impuestos que deberá afrontar. El impuesto cuando gasta, como puede ser el IVA, y el tributo a la ganancia que obtiene por su trabajo.

En el primer caso, la situación es más simple. Los nómadas digitales pagarán el IVA del país en el que está en cada momento cada vez que realicen una compra. Pero en el segundo caso, para determinar en qué país deben tributar por la ganancia que obtengan por su trabajo, debe definirse primero cuál es su residencia fiscal.

Pero la residencia fiscal no es la única variable a tener en cuenta. También puede influir si la empresa para la que trabaja se encuentra en otro país. ¿Cuál prevalece? Depende de varios factores ya que no hay una suerte de regla universal para estos casos. En cambio, hay diversos convenios bilaterales entre países y por diferentes tributos.

La regla de los 183 días y la doble tributación

Después de pasar 183 días de un año fiscal en un país, puede reclamar la residencia fiscal de la persona. ¿Por qué 183? Es justo un día más que el 50% del año. En muchos países se considera que si se pasa medio año ahí, corresponde que la persona tribute ahí.

Otros países reclamarán que una persona es residente fiscal en caso de que haya declarado su principal residencia en allí. Incluso si la persona puede demostrar que estuvo físicamente fuera de ese país durante todo el año fiscal.

Otro de los temas que deberá vigilar el nómade digital son los tratados de doble imposición. Consiste en acuerdos bilaterales entre países a fin de evitar que una persona pague un mismo tributo dos veces.

Si entre dos países no se firmó este tratado, la persona podría tener que pagar impuestos a ambos.

Cash management

Otro de las grandes incertidumbres que surgen al trabajar viajando por el mundo, es cómo y dónde recibir los pagos.

Cada vez más nómadas digitales se vuelcan a abrir cuentas con plataformas de pagos en línea como PayPal o Payoneer. Estas plataformas permiten realizar o recibir transferencias de dinero entre usuarios. Sin embargo, muchas veces presentan comisiones muy altas.

Otro camino popular es abrir una cuenta en una billetera virtual (wallet) o en un exchange para operar criptomonedas.

Ping, es una gran alternativa para los nómades digitales, ya que soluciona en una sola plataforma todo lo relacionado a la facturación y recepción de pagos de los trabajadores remotos.

Una vez resueltos estos temas, al nómada digital solo le quedará elegir desde qué sitio paradisíaco trabajará los próximos meses.

El famoso “sueño americano” que abrazaron generaciones anteriores, que incluía un trabajo estable por años en una misma compañía, ya no aparece dentro del menú de prioridades de los más jóvenes. Al tope de las preferencias de estos últimos, en cambio, está la aspiración de viajar. 

Si algo positivo puede rescatarse de la pandemia de coronavirus es que aceleró, como nunca antes, la digitalización de procesos. De un día para otro, empresas de todo el mundo, de todos los sectores, se vieron forzadas a adaptarse al trabajo remoto.

Se dice que la forma de trabajo remoto nació en Estados Unidos hacia la década de 1970, como respuesta a la crisis del petróleo que hizo más costoso y difícil el traslado de los trabajadores a su lugar de trabajo. Desde entonces, el teletrabajo o home office fue ganando terreno sin prisa pero sin pausa.

Sobre el trabajo remoto

La revista Forbes publicó en 2016 los resultados de un informe que reflejaba que el trabajo remoto incrementa en un 28% la productividad de las compañías. Aun así, solo un puñado de empresas implementó el home office como beneficio para sus empleados en esa época.

Fue recién con la llegada del Covid-19 a nuestras vidas, en 2020, que la modalidad de trabajo remoto se extendió al grueso de los sectores.

A casi dos años de la irrupción de esta “nueva normalidad”, un estudio elaborado por la consultora Adecco, publicado en noviembre de 2021, mostró que un 57% de las personas encuestadas sigue considerando la modalidad de home office como un beneficio y sólo el 32% lo considera una desventaja. Además, un 63% asegura gastar mucho menos dinero que cuando concurría a su lugar de trabajo.

El estudio, del que participaron unos 8000 trabajadores y empleadores, expuso también que 8 de cada 10 directivos de grandes empresas considera que la flexibilidad va a ser un beneficio para sus compañías. Entre los empleados, un 88% prefiere realizar su trabajo de manera mixta, un 7% quisiera volver a la presencialidad total y el 5% restante elige trabajar de manera 100% remoto.

Qué son los nómadas digitales

Si bien aún queda un porcentaje de personas reacias al cambio, el home office pasó a estar “arriba de la mesa” a la hora de negociar un contrato o de aceptar una propuesta laboral para las generaciones más jóvenes.

Esto representa una gran oportunidad para los nómadas digitales. Aquellos profesionales que se valen de las nuevas tecnologías para trabajar llevando una vida nómada.

Viajar de un sitio a otro y mantener un mismo trabajo es una alternativa más accesible que hace unos años. Pero hacerlo requiere de cierta organización.

Quienes se embarquen en ello deberán resolver escollos de diversa índole. Por ejemplo, los límites de trabajar en distintos husos horarios respecto del sitio en el que está el jefe. Pero también cuestiones impositivas o de cash management.

Una de las primeras dudas que surge es cómo y dónde tributan los nómadas digitales. En términos generales, existen dos tipos de impuestos que deberá afrontar. El impuesto cuando gasta, como puede ser el IVA, y el tributo a la ganancia que obtiene por su trabajo.

En el primer caso, la situación es más simple. Los nómadas digitales pagarán el IVA del país en el que está en cada momento cada vez que realicen una compra. Pero en el segundo caso, para determinar en qué país deben tributar por la ganancia que obtengan por su trabajo, debe definirse primero cuál es su residencia fiscal.

Pero la residencia fiscal no es la única variable a tener en cuenta. También puede influir si la empresa para la que trabaja se encuentra en otro país. ¿Cuál prevalece? Depende de varios factores ya que no hay una suerte de regla universal para estos casos. En cambio, hay diversos convenios bilaterales entre países y por diferentes tributos.

La regla de los 183 días y la doble tributación

Después de pasar 183 días de un año fiscal en un país, puede reclamar la residencia fiscal de la persona. ¿Por qué 183? Es justo un día más que el 50% del año. En muchos países se considera que si se pasa medio año ahí, corresponde que la persona tribute ahí.

Otros países reclamarán que una persona es residente fiscal en caso de que haya declarado su principal residencia en allí. Incluso si la persona puede demostrar que estuvo físicamente fuera de ese país durante todo el año fiscal.

Otro de los temas que deberá vigilar el nómade digital son los tratados de doble imposición. Consiste en acuerdos bilaterales entre países a fin de evitar que una persona pague un mismo tributo dos veces.

Si entre dos países no se firmó este tratado, la persona podría tener que pagar impuestos a ambos.

Cash management

Otro de las grandes incertidumbres que surgen al trabajar viajando por el mundo, es cómo y dónde recibir los pagos.

Cada vez más nómadas digitales se vuelcan a abrir cuentas con plataformas de pagos en línea como PayPal o Payoneer. Estas plataformas permiten realizar o recibir transferencias de dinero entre usuarios. Sin embargo, muchas veces presentan comisiones muy altas.

Otro camino popular es abrir una cuenta en una billetera virtual (wallet) o en un exchange para operar criptomonedas.

Ping, es una gran alternativa para los nómades digitales, ya que soluciona en una sola plataforma todo lo relacionado a la facturación y recepción de pagos de los trabajadores remotos.

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